MOTOR AURAL. El motor de las subdivisiones

Leandro Martinez Pernia • 23 de noviembre de 2020

¿Qué esperas para encender la maquina del ritmo?

  Alguna vez te has preguntado: Cuando toco mi instrumento, ¿por qué las notas no parecen estar en su lugar? ¿Te genera un gran esfuerzo tocar a tempo? ¿Mantener el compás? ¿Lo que tocas no suena musical? ¿Eres el que pone caras cuando toca?

  Probablemente ya conozcas algo sobre la escucha interna de las subdivisiones. En este artículo compartiré contigo la idea de un método que sólo puede ser pasado de profesor a alumno, y que tal vez, puedas aplicar si quieres sentir la música de una forma diferente, seas o no, músic@.

  Y por supuesto, no sin antes darte un punto de vista personal acerca de la enseñanza musical moderna.

¿CÓMO DESARROLLAR LA ESCUCHA INTERNA? 


    En mi opinión, el desarrollo musical interno debe ser trabajado como una sala a oscuras, donde sabemos que hay muchísimo por descubrir y disfrutar, pero no sabemos ni qué cosas son, ni dónde están.


  Para realizar el concierto de “The Blind Musical Experience”, los acomodadores (a veces, no siempre) son ciegos, y hasta a veces ciegos-sordo-mudos. Con ellos trabajamos un periodo de reconocimiento y adaptación en el área donde se encuentran las butacas, con el fin de establecer el plan para acomodar a la audiencia.


  Cuando una persona ciega entra en un lugar que posteriormente frecuentará por algún motivo, como el nuestro, se toma un tiempo para establecer sus parámetros, dimensiones, o distancia a objetos de la sala. Gracias a ello, puede hacerse una idea de cómo desenvolverse en el recinto con seguridad. Todo esto lo pueden realizar gracias a su mente y a su imaginación, que crea patrones, puntos de partida y de conexión.


  En cuanto al ritmo musical, éste se toma en medidas de espacio temporal. El pulso por minuto (BPM) establece la cantidad de pulsaciones dentro de ese minuto. Ahora bien, teniendo como referencia el ejemplo del trabajo de nuestros acomodadores, entremos en la imaginación como si fuera la primera vez, hagamos un reconocimiento, tomemos dimensiones y distancias para generar patrones, y así comprender este espacio temporal.


  Uno de los ejercicios que solemos hacer en nuestros talleres de percusión, es el de establecer un parámetro de 15bmp, con un metrónomo. Luego, tocamos 8 notas por pulso y una vez logrado, comenzamos a trabajar el contragolpe de cada nota, haciendo hincapié en él, es decir, reforzando el “aire”.


  Nuestro método, propone centrarse en el espacio entre notas, que contiene cada pulsación. Trabajaremos en patrones que contribuyan a genera la memoria, necesaria para comprender el interior del ritmo. 



Ahora si, el Motor Aural


  Uno de los ejercicios que últimamente me ha dado unos resultados muy interesantes con mis alumnos, es el del motor aural. Así lo hemos llamado para diferenciarlo de todo lo referente a la escucha literal. Sólo explicaré aquí la idea principal. ¡Aclaro! Que cualquier ejercicio acerca del motor aural se hace con la guía de un monitor o profesor.


  En este momento, continúo desarrollando el método y hay unas cuestiones que están comenzando a aparecer y dándome la pauta de que este tema podría volverse muy extenso. Entonces, iré a la idea principal y en otra ocasión lo seguiré desarrollando aquí. 


Que ¿Por qué no hago un video como todo el mundo hace?


   Porque a la música debes ser capaz de verla y sentirla dentro tuyo, y la mejor manera de potenciar un concepto así es la escritura, sin gráficos, ni imágenes, ni videos.


    Ya lo dijo Jorge Luis Borges, “De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones del cuerpo…. Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”


    Existen conceptos que son mejor verlos en vídeo, oírlos en música, leerlos en un libro de partituras, y está genial que podamos tener todo esto a nuestra disposición en internet. Pero lo que no hay que descuidar es el trabajar la imaginación y la creatividad, que es donde residen los mensajes de cada uno de nosotros. Dentro de nosotros se encuentra la música, el recorrido hacia esa conexión es lo que hace maravilloso este mundo.


La educación musical entonces, bajo mi punto de vista, es algo interno que se comparte o se pasa de profesor a alumno, pero sigue siendo un lenguaje. ¿Correcto?. Un lenguaje musical sirve para comunicar un mensaje musical y, en líneas generales, la educación a la que se nos tiene acostumbrados consiste en aprender música desde las escrituras, donde impresionantes genios dejaron plasmadas sus obras. Pero…


¿Qué pasa si las partituras, incluso teniendo la cantidad de indicaciones necesarias, no termina por incluir la intención del compositor? El contexto (Que es sumamente importante), la verdadera intención, la situación y otras cosas más que hicieron que ese mensaje musical naciera del alma del artista, por ejemplo.


Entonces, no descarto en absoluto estudiar y leer lo máximo que se pueda. Pero me da la sensación de que no se estudia con demasiada profundidad la música interior de cada uno. 


Dicho esto:


    Así como una persona no vidente debe establecer sus puntos de partida y distancias para saber desenvolverse en un ambiente, nosotros también debemos hacerlo en nuestro cerebro. Ya vimos en el párrafo anterior el ejercicio de crear un perímetro de práctica dentro de 15bmp.


  Debemos trabajar la escucha interna musical para reconocer patrones (Vocabulario), saber dónde y de qué forma se ubican las notas en el espacio temporal en nuestro interior.


  Para ello, hemos trabajado un concepto al que llamamos motor aural, y que, en unas pocas charlas serviría para hacer un reset a tu cerebro, y a tu alma musical, darle un bonito punto de partida.


  El ejercicio con el motor aural consiste en conseguir encender un motor imaginario interno, gracias a la visualización de una rueda que nosotros podremos controlar como queramos, a nuestras anchas, ya que forma parte de nuestra imaginación. Esta rueda la podemos mover, alejar, acerca, o hacer girar como queramos, pero, sobre todo, podremos ponerle los engranajes en la forma que nos plazca.


  Si la girásemos en sentido contrario a las agujas del reloj, sintiendo el paso de los engranajes en una frecuencia constante, podríamos asimilar la subdivisión de una manera diferente, sobre todo si al principio exageramos mucho el sonido interno que hace el motor. Estas pulsaciones que comenzarás a sentir deben caerte como una caterva de rayos, como si fueran señales fortísimas que hacen una revolución organizada dentro de ti. Esta frecuencia energética se origina con el pasar de los engranajes en la rueda.


  Ahora bien, esta maquinaria infernal de subdivisiones que llevas dentro de ti debes trabajarla adecuadamente y dejar que tu interior se adecue a las pulsaciones, sobre todo el primer día de ejercicios. En poco tiempo, serás capaz de imaginar las ruedas de este motor con el patrón que te apetezca. Para eso se necesita a alguien que te guíe. Luego, todo lo mental desaparece y comienzas a sentir la música de un modo diferente. 



Algunos datos de color,


1.      Ha funcionado bien en todos mis alumnos, en distintos niveles. Lo he probado con bateristas amigos, y amigos sin experiencia o con poca experiencia musical, y la investigación está soltando resultados muy satisfactorios.


2.      Una buena noticia es que luego de que sabes encender el motor aural para determinar las frecuencias, no es necesario pensar en ninguna rueda, sino que serás capaz de oír mejor la música y por ende, disfrutarla mogollón.


3.      Debe ser tomado como un estado de meditación, lo que significa que tu cuerpo, para estos ejercicios, debe estar relajado. La revolución es interna, y aunque puedes estar de pie, pero lo ideal es reservar todo el movimiento del cuerpo, ya que lo vas a necesitar para tocar tu instrumento, para bailar y dejarte llevar. 


Por Leandro Martinez Pernia 9 de noviembre de 2025
El mínimo producto viable Londres ha sido un aprendizaje mas allá de lo musical, en uno de mis viajes para descansar y regresar a casa con mi mujer tuve una severa lesión por levantar y transportar en el hombro un mueble, a mi regreso a la universidad no era siquiera capaz de mover el brazo sin que me doliera, era una contractura generalizada que incluyó también tendinitis en el antebrazo y el llamado codo de tenista, como para mi era mi imposible tocar la batería continuaba asistiendo a todas las clases que podía a presenciar y en mis horas libres practicaba el piano solo con mi mano izquierda, mi brazo derecho me lo envolvía en una bufanda verde y la sostenía con mi cuello. Así que unos años mas tarde de regreso a aquel tiempo de encierro, dediqué tiempo a aprender al menos a tocar mi repertorio y fue toda una experiencia, había días que practicaba 4 horas, no llevaba un régimen constante sin embargo intentaba ser metódico, dividía el tiempo de a cuartos y en actividades como técnica, escalas, arpegios, acordes y repertorio. Practicaba con el famoso libro “Hanon”. El repertorio más todas las composiciones que fueron surgiendo a raíz de este trabajo son hoy la música que toco en el piano. Aquellos tiempos en los que podíamos salir solo a hacer las compras semanales, fueron tiempos oscuros, para mí como para tanta gente, pareciera ser que fueran como fragmentos de tiempo en que los días eran nublados, todos. En un lugar tan soleado como Málaga, me cuesta recordar los días de sol, creo que mucho tendrá que ver que por mucho tiempo desde que comenzó el aislamiento, me encerré por muchísimos días en mi sala de ensayo donde tengo mis instrumentos. Asique en éste capítulo me voy a centrar en lo que pensaba por aquellos días. En el 2015 fuimos a un piso a vivir, un tiempo con un ingles, luego de un tiempo él se mudó y nosotros dos quedamos solos. Me había dedicado a trabajar en el puerto, mi economía me permitía alquilar un espacio para ensayar y tocar, mi sala, incluso cuando había decidido retirarme de navegar, irme a la universidad y regresar para dedicarme a la música. MI BUNKER Cuando se cierra esa puerta me transporto a aquel lugar donde todo es como quiero que sea, donde permito que toda la magia de la música desafíe mi curiosidad y me ponga retos, donde mi imaginación vuela sin ataduras y me permito hacer viajes mientras practico música con mis instrumentos. Mi sala donde tengo armada mi batería ( a la que le dedicaría un capitulo completo), y mis instrumentos de percusión, los que no tengo prestados por ahí. El suelo de color bordeaux opaco, acolchado con este tipo de suelo de caucho similar al que existe en algunas plazoletas donde hay juegos para niños. Las paredes no se encuentran centradas, ninguna de ellas, mas bien es leve un trapecio. Son incalculables las horas que llevo vividas allí, al principio el obtener la sala fue parte de poder tener un espacio en el centro de la ciudad donde ensayar con percusión que tan ruidosa es, además en aquel tiempo (2016), me encontraba juntando personas que estuvieran interesadas en formar un grupo de percusión, para ello además de la sala necesitaba instrumentos, por lo que hice una inversión para que al obtenerlos, los músicos no tuvieran que traer los suyos. Por lo que mi sala se convertía los martes en el lugar donde ensayaba con ellos, estuve así unos meses hasta que pude comprar una batería, de esta manera comencé a pasar mas y mas tiempo estudiando. A menudo nos encontrábamos con amigos a quienes invitaba a pasar momentos musicales, conversando y también a mucho dando clases de batería, o tocando percusión, por el bunker pasan muchas personas y muchos músicos con quienes he compartido música, allí he trabajado en algunas teorías que luego comencé a compartir con alumnos para desarrollar métodos. El bunker se había convertido en un laboratorio de metodología y también un sitio espiritual. Pero también un lugar donde me escapaba del mundo, me escapé por mucho tiempo, he pasado muchísimas horas de soledad en ese lugar. Y sigo haciendolo. Es curioso como los instrumentos se convierten en herramientas de manifestación espiritual, para mí, un arma poderosa de sustracción de una realidad para llegar a otra realidad que vive en el universo que llevamos dentro cada uno de nosotros, el mundo se venía abajo pero yo obtenía todas las respuestas que me dejaban satisfecho, allí encerrado tocando mis instrumentos de percusión. Mientras el mundo cambiaba, yo no era capaz de tomar conciencia de que tenía que detener el ímpetu de forzar algo que no tenía absolutamente ningún sentido. Y por mucho tiempo estuve así hasta entrar en un estado de depresión, no me encontraba trabajando asique como muchas personas deseando regresar a generar trabajo, regrese al puerto que había dejado definitivamente para retomar la vida con la mayor normalidad posible. Como un sueño que se termina. Dar un paso atrás Me cuesta ahora recordar cronológicamente como se han ido desarrollando aquellos tiempos, hasta que hubo algo de normalidad. Antes del confinamiento había abandonado mi empleo decidido a dedicarme fulltime al The Blind Musical Experience, no tenía intenciones de dedicarme a nada más, con la imposibilidad de hacer nada realmente con ello, comenzamos a idear otros planes hasta que la normalidad nos permitiera trabajar con el proyecto, comenzamos a ofrecer servicios de amenización a hoteles sin absolutamente ningún resultado, generé proyectos totalmente artísticos sin ningún fundamento comercial, sin ningún estudio de mercado ni nada por el estilo, era desperdiciar una y otra vez las energías en proyectos que no generaban más que stress. En cuanto hubo algo de normalidad, inmerso en una compleja crisis, habiendo agotado mis ahorros y con las reservas de energía al mínimo regresé tan rápido como pude a mi antiguo empleo, y aparte comencé a dar talleres de ensamble de percusión, y con la vuelta de la apertura de bares y sitios donde se pudiera organizar nuestro evento, ideamos la manera de llevarlo al mínimo producto viable. Teniendo el repertorio ahora no dependía de músicos, por lo que podía presentar una propuesta donde no necesitara a nadie más para poder asegurar los costes. Eso sucede cuando nos topamos con nuestro yo artista, existen muy pocos escenarios en donde no podamos sobrevivir siendo artistas, no porque nuestro arte nos proporcione el sustento para cubrir nuestras necesidades sino porque tomamos consciencia que llevamos nuestro arte hacia donde vamos, lo transportamos y lo llevamos con nosotros. La crisis me había valido entre otras cosas para conocer al artista en mi que había decidido no abandonar lo que había comenzado una vez, y mucho tiene que ver el haber tenido una primera experiencia plena, repleta de sucesos exitosos. Fue exactamente una pequeña probadita de esa vida, pequeña pero suficiente para conocer el potencial de lo que habíamos compuesto sobre todo en cuanto a contenido emocional y experiencial. La música de la segunda obra “INSIGHT” fue moldeada en esa época, hasta ser una obra sólida marcada por la esperanza y la aceptación, por el proceso del emerger de emociones, y sentimientos, del desparramo de creatividad sin un rumbo específico. En el mientras tanto se abrían las posibilidades, aunque no supiéramos cuando, necesitaba seguir adelante la vida. Mejorarme de mi depresión y avanzar, silenciado dejando un vacío para que sucedan cosas, una vez trabajando a tiempo completo, comencé un ensamble mixto donde los participantes concurrían para aprender música y a como tocar en grupo. Espejos Sucedió algo en aquel entonces, en el vacío generado por la ausencia de las posibilidades que el proyecto mostró, y me había hecho probar, algo se había apartado de mi, tal vez mi autoestima, mi seguridad. Pero con ese sentimiento de ir contra una corriente con tal de no claudicar y comenzar un nuevo camino que opacara y diera tiempo, comencé a cambiar nuevamente y con el ímpetu de hacer que mis talleres funcionen, de improvisto comenzaron a aparecer en mi vida personas que me hacían espejo. Me costó años darme cuenta de cuál era el significado de ese espejo que veía en las personas, era mi misma sombra de Jung. Nunca me he considerado un profesor ni un maestro, creo que uno aprende cuando enseña, así los “alumnos” siempre son “maestros” y viceversa. He creído en acortar las distancias que idealizan a una persona que lidera un proyecto educativo, mis clases no eran para nada académicas, y siempre lo he dicho abiertamente. Una experiencia educativa sin institucionalidad de por medio permite a las personas tener una conexión más personal, emocional e intima como cuando uno recibe clases particulares. El primer concierto en el que tocaba el piano en un escenario normal e iluminado fue por esas épocas, siempre teniendo presente que el rumbo era el TBMX, paralelamente hacía presentaciones con el ensamble, fuimos a un programa de televisión una vez. En líneas generales, estaba conectado con mi yo artista pero desde otro punto de vista diferente al anterior, por momentos atento a que mis estudiantes estuvieran a gusto y desarrollándose, y por otro lado alejándome de mi seguridad. En ese vacío, estas personalidades que me hacían espejo, comenzaron a proyectar en mi interior una imagen que aceptaba de modo analítico, ¿Qué quería decirme el universo?. En ésta pausa comencé a reflexionar que no era que solo a mi me estaba sucediendo esto. Que contemplar tanto lo generado al liderar equipos, grupos, estaba aprendiendo a ser solido internamente. Y me dejé llevar hasta las profundidades de todo, para finalmente sacar en conclusión que, las cosas suceden sin ser arrastradas cuando vibramos en esa frecuencia. Que nada iba a suceder hasta que no fuera lo suficientemente capaz de llevar la producción, y sobre todo la comercialización del proyecto.  Presentamos el TBMX en la próxima noche en blanco, un evento que se realiza todos los años en donde propuestas artísticas se realizan gratuitamente. La aceptación de la organización siempre fue genial, y las funciones se completaron todas. También hicimos una temporada en un centro cultural, comenzó muy bien y fue decayendo la audiencia. Algo no tenía del todo sentido, se me escapaba, y no era capaz de darme cuenta que era.
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