¿Cómo surgío el musical "The Blind Musical Experience"?

Leandro Martinez Pernia • 9 de noviembre de 2020

El musical de obras temáticas a oscuras

  No podría continuar escribiendo sin hacer una de varias entradas de blog que escribiré acerca del The Blind Musical Experience (TBME), y es que como a todo el mundo nos ha pasado, la pandemia del Covid-19, ha puesto a todo en una nueva realidad, y en especial al mundo del arte.

  En esta serie de artículos voy a hablar del espectáculo en donde el escenario es tu propia imaginación, su historia completa, como llegamos a hacer cuatro funciones a oscuras y antes de casi organizar una gira, se detuvo todo poniéndose en “standby”.

  Voy a intentar hacerte parte de esto a partir de ahora y ojalá no falte mucho tiempo para que nos conectemos a través de la música que es lo que nos llena el alma, y para que eso suceda, necesito compartir contigo la esencia de éste gigante.

    Pues será una historia que podrás seguir por nuestro blog.


Capitulo uno

En Londres hacen musicales por cualquier cosa!

   En el 2018, con el objeto de estudiar batería, me mudé a Londres cumpliendo así uno de mis sueños más preciados, que era poder asistir a una universidad en el exterior, y que mejor que en una de las Capitales más importantes del mundo, si todo marcha bien seguro más adelante escribiría acerca de la experiencia, pero hoy nos centraremos en cómo surge la idea de hacer conciertos en la oscuridad.


   Vivía en un apartamento compartido en Canada Water y el metro de la línea Jubilee Line, estaba a pocas paradas de Southwark (se pronuncia Sádoc, si dices saudguark no es lo mismo XD),  allí se encuentra la Universidad LCCM dónde asistí por un año. Mi rutina diaria se basaba solo en estudiar y estudiar, iba de la universidad a mi habitación y viceversa, casi compulsivamente, porque tenía claro a lo que iba, con decirte que no he visitado, Abby Road para hacerme la foto de The Beatles, ni siquiera el Hard Rock café, tenía claro que el turismo sin duda estaba en un tercer plano.


   En mis recorridos por distintas estaciones del metro había algo que me llamaba la atención bastante siempre que subía o bajaba por las largas escaleras mecánicas,  podía observar en los laterales las publicidades de un sinfín de espectáculos musicales, uno que realmente me hizo chispa en el cerebro fue el de BIG “El Musical”,  como por decir un ejemplo, me daba la sensación de que se podía hacer un musical casi con cualquier temática.


   Con el tiempo fui observando cada vez más y más a la gente, sobre todo en mi entorno, en mi universidad había gente de mi edad (36) y mayores,  pero la gran mayoría rondaban los 20 años de edad lo cual era un desafío para mi, ya que se trataba de otra generación, con otra cabeza, con otra visión, era la primera vez que estaba contemplando algo que tenía en mi cabeza hacía mucho tiempo...


El abuso de las redes sociales genera una tremenda desconexión humana!


   Por supuesto que es un medio necesario para trabajar y hasta para la vida cotidiana, pero su uso no creo que pudiera reemplazar a las relaciones humanas sin tecnologías de por medio ¿Entonces se había perdido la conexión real entre las personas?


   Lo visual desde mi punto de vista comenzaba a ser una especie de trampa, que no dejaba ver la realidad de las cosas.

En una de mis visitas de descanso en Málaga me lesioné el brazo derecho, a la vuelta a Londres tenía prohibido tocar la batería, asistía a las clases y hacia todo menos sentarme en mi querida amiga Pearl del  “drum booth” de alfombra amarilla (que se encuentra en la primer planta para bateristas al final del pasillo a la izquierda). Como debía mantener el brazo derecho casi inmóvil comencé a practicar piano en la sala continua (con la mano izquierda Jaja) Todo un mundo nuevo de posibilidades, mucho tiempo para aprender algo de armonía y  para meditar.


¿Cómo se podría producir un musical que no tenga que ver con lo visual, ni con despliegue de bailarines ni coreografías, ni luces espectaculares, ni maquillaje, ni diálogos?


   Deseaba un musical que sea eso! Un musical!,  que se meta con lo más profundo de nosotros, para reivindicar el derecho natural que tenemos los seres humanos de conectarnos con nosotros mismos sin ánimos de complacer a nadie, sin estar sujetos a la aprobación del otro mediante likes.

 


   

   El día que vibró el suelo



  Ese día estaba en el ordenador con los auriculares escuchando Hiromi Ueara, ya vivía en Málaga luego de haber terminado con Londres, nuevamente intentando salir adelante con el turismo, que es a lo que me venía dedicando antes del viaje.


  Los ruidos de las grúas que removían escombros y escavaban el suelo, eran insoportables, luego que se demoliera el edificio lindante con mi apartamento, lugar donde se está construyendo un hotel o algo así.


  En el ordenador intentaba poner en claro algunas ideas musicales, en cuanto a lo que siempre fue mi intención acerca de apostar por el arte ante todo, llevaba cuatro años dirigiendo el grupo Percutora Jam Band, el grupo de percusión en Málaga que improvisa sus shows con un particular lenguaje de señas creado por Santiago Vazquez, con quien tuve la oportunidad de estudiar su lenguaje y enseñarlo luego a mis compañeros del grupo.


  Nuestra orquesta de improvisación con señas se encontraba ensayando y dando talleres de percusión en La Casa Invisible, un Centro Social y Cultural de Gestión Ciudadana, ubicado en el corazón de Málaga,  luego de haberlo intentado casi todo, habiendo pasado por no sé cuantos lugares buscando uno que sea adecuado a lo que hacíamos con la “Percu”, pero todos sabemos que en Málaga no hay “muchos” lugares que apuesten al arte de esa manera, (y esto es tema para otro artículo).   


  Que lo que necesitaba producir debía atravesar muchas barreras para que destacara, y me detuve a pensar en esto de generar una experiencia que consista en disfrutar de la música improvisada y en que otros enfoques se podía hacer un detenimiento para atraer al público con el fin de poder compartir la energía que se siente al improvisar con éste maravilloso lenguaje de señas, quería producir algo para todos, para la audiencia, y para los artistas también.


  Una de las cosas que aun no se había podido hacer desde mi conocimiento era improvisar a oscuras, a estas alturas ya tenía pendiente hacer un trabajo artístico que no esté vinculado a la imagen.


  Me apetecía disfrutar sencillamente de un concierto diferente, que su composición fuera capaz de transportar a la audiencia al sitio donde fue compuesta la música.


  Comencé a soñar con un mundo ideal de conexión musical, un espacio propicio para soñar, para efectuar viajes a través de líneas melódicas complejas y movilizantes, obras temáticas contando historias geniales y gracias a la oscuridad poder integrar elementos sensoriales que ayuden a ambientar a la audiencia transportándola adonde la historia les quiera llevar.


  Un musical a oscuras con momentos de improvisación dirigidos por señas en donde la audiencia pudiera sentir la energía reinante.


  Me quedé un buen rato imaginando la idea escuchando música con los ojos muy cerrados, todo tenía sentido, estaba disfrutando mientras iba dándole solución a cada situación en mis pensamientos, estaba naciendo una idea con la cual me conecté de inmediato y estaba seguro que podía llevarla a cabo, ¡Qué subidon!  Tenía todos los elementos y los conocimientos previos, estaba fluyendo todo en mi cabeza casi sin esfuerzo.


  La idea me gustaba tanto que sacudía mi mente y todas las estructuras previas, como la aplanadora de la obra que hacia vibrar todo el edificio…

 

Próximo capitulo: Te seguimos contando cómo surgió la plataforma de conciertos a oscuras The Blind Musical Experience.



Todos tenemos muchas ideas, uno de los desafíos más grandes es hacerlas realidad, con todas las dificultades que ello supone. 


Por Leandro Martinez Pernia 9 de noviembre de 2025
El mínimo producto viable Londres ha sido un aprendizaje mas allá de lo musical, en uno de mis viajes para descansar y regresar a casa con mi mujer tuve una severa lesión por levantar y transportar en el hombro un mueble, a mi regreso a la universidad no era siquiera capaz de mover el brazo sin que me doliera, era una contractura generalizada que incluyó también tendinitis en el antebrazo y el llamado codo de tenista, como para mi era mi imposible tocar la batería continuaba asistiendo a todas las clases que podía a presenciar y en mis horas libres practicaba el piano solo con mi mano izquierda, mi brazo derecho me lo envolvía en una bufanda verde y la sostenía con mi cuello. Así que unos años mas tarde de regreso a aquel tiempo de encierro, dediqué tiempo a aprender al menos a tocar mi repertorio y fue toda una experiencia, había días que practicaba 4 horas, no llevaba un régimen constante sin embargo intentaba ser metódico, dividía el tiempo de a cuartos y en actividades como técnica, escalas, arpegios, acordes y repertorio. Practicaba con el famoso libro “Hanon”. El repertorio más todas las composiciones que fueron surgiendo a raíz de este trabajo son hoy la música que toco en el piano. Aquellos tiempos en los que podíamos salir solo a hacer las compras semanales, fueron tiempos oscuros, para mí como para tanta gente, pareciera ser que fueran como fragmentos de tiempo en que los días eran nublados, todos. En un lugar tan soleado como Málaga, me cuesta recordar los días de sol, creo que mucho tendrá que ver que por mucho tiempo desde que comenzó el aislamiento, me encerré por muchísimos días en mi sala de ensayo donde tengo mis instrumentos. Asique en éste capítulo me voy a centrar en lo que pensaba por aquellos días. En el 2015 fuimos a un piso a vivir, un tiempo con un ingles, luego de un tiempo él se mudó y nosotros dos quedamos solos. Me había dedicado a trabajar en el puerto, mi economía me permitía alquilar un espacio para ensayar y tocar, mi sala, incluso cuando había decidido retirarme de navegar, irme a la universidad y regresar para dedicarme a la música. MI BUNKER Cuando se cierra esa puerta me transporto a aquel lugar donde todo es como quiero que sea, donde permito que toda la magia de la música desafíe mi curiosidad y me ponga retos, donde mi imaginación vuela sin ataduras y me permito hacer viajes mientras practico música con mis instrumentos. Mi sala donde tengo armada mi batería ( a la que le dedicaría un capitulo completo), y mis instrumentos de percusión, los que no tengo prestados por ahí. El suelo de color bordeaux opaco, acolchado con este tipo de suelo de caucho similar al que existe en algunas plazoletas donde hay juegos para niños. Las paredes no se encuentran centradas, ninguna de ellas, mas bien es leve un trapecio. Son incalculables las horas que llevo vividas allí, al principio el obtener la sala fue parte de poder tener un espacio en el centro de la ciudad donde ensayar con percusión que tan ruidosa es, además en aquel tiempo (2016), me encontraba juntando personas que estuvieran interesadas en formar un grupo de percusión, para ello además de la sala necesitaba instrumentos, por lo que hice una inversión para que al obtenerlos, los músicos no tuvieran que traer los suyos. Por lo que mi sala se convertía los martes en el lugar donde ensayaba con ellos, estuve así unos meses hasta que pude comprar una batería, de esta manera comencé a pasar mas y mas tiempo estudiando. A menudo nos encontrábamos con amigos a quienes invitaba a pasar momentos musicales, conversando y también a mucho dando clases de batería, o tocando percusión, por el bunker pasan muchas personas y muchos músicos con quienes he compartido música, allí he trabajado en algunas teorías que luego comencé a compartir con alumnos para desarrollar métodos. El bunker se había convertido en un laboratorio de metodología y también un sitio espiritual. Pero también un lugar donde me escapaba del mundo, me escapé por mucho tiempo, he pasado muchísimas horas de soledad en ese lugar. Y sigo haciendolo. Es curioso como los instrumentos se convierten en herramientas de manifestación espiritual, para mí, un arma poderosa de sustracción de una realidad para llegar a otra realidad que vive en el universo que llevamos dentro cada uno de nosotros, el mundo se venía abajo pero yo obtenía todas las respuestas que me dejaban satisfecho, allí encerrado tocando mis instrumentos de percusión. Mientras el mundo cambiaba, yo no era capaz de tomar conciencia de que tenía que detener el ímpetu de forzar algo que no tenía absolutamente ningún sentido. Y por mucho tiempo estuve así hasta entrar en un estado de depresión, no me encontraba trabajando asique como muchas personas deseando regresar a generar trabajo, regrese al puerto que había dejado definitivamente para retomar la vida con la mayor normalidad posible. Como un sueño que se termina. Dar un paso atrás Me cuesta ahora recordar cronológicamente como se han ido desarrollando aquellos tiempos, hasta que hubo algo de normalidad. Antes del confinamiento había abandonado mi empleo decidido a dedicarme fulltime al The Blind Musical Experience, no tenía intenciones de dedicarme a nada más, con la imposibilidad de hacer nada realmente con ello, comenzamos a idear otros planes hasta que la normalidad nos permitiera trabajar con el proyecto, comenzamos a ofrecer servicios de amenización a hoteles sin absolutamente ningún resultado, generé proyectos totalmente artísticos sin ningún fundamento comercial, sin ningún estudio de mercado ni nada por el estilo, era desperdiciar una y otra vez las energías en proyectos que no generaban más que stress. En cuanto hubo algo de normalidad, inmerso en una compleja crisis, habiendo agotado mis ahorros y con las reservas de energía al mínimo regresé tan rápido como pude a mi antiguo empleo, y aparte comencé a dar talleres de ensamble de percusión, y con la vuelta de la apertura de bares y sitios donde se pudiera organizar nuestro evento, ideamos la manera de llevarlo al mínimo producto viable. Teniendo el repertorio ahora no dependía de músicos, por lo que podía presentar una propuesta donde no necesitara a nadie más para poder asegurar los costes. Eso sucede cuando nos topamos con nuestro yo artista, existen muy pocos escenarios en donde no podamos sobrevivir siendo artistas, no porque nuestro arte nos proporcione el sustento para cubrir nuestras necesidades sino porque tomamos consciencia que llevamos nuestro arte hacia donde vamos, lo transportamos y lo llevamos con nosotros. La crisis me había valido entre otras cosas para conocer al artista en mi que había decidido no abandonar lo que había comenzado una vez, y mucho tiene que ver el haber tenido una primera experiencia plena, repleta de sucesos exitosos. Fue exactamente una pequeña probadita de esa vida, pequeña pero suficiente para conocer el potencial de lo que habíamos compuesto sobre todo en cuanto a contenido emocional y experiencial. La música de la segunda obra “INSIGHT” fue moldeada en esa época, hasta ser una obra sólida marcada por la esperanza y la aceptación, por el proceso del emerger de emociones, y sentimientos, del desparramo de creatividad sin un rumbo específico. En el mientras tanto se abrían las posibilidades, aunque no supiéramos cuando, necesitaba seguir adelante la vida. Mejorarme de mi depresión y avanzar, silenciado dejando un vacío para que sucedan cosas, una vez trabajando a tiempo completo, comencé un ensamble mixto donde los participantes concurrían para aprender música y a como tocar en grupo. Espejos Sucedió algo en aquel entonces, en el vacío generado por la ausencia de las posibilidades que el proyecto mostró, y me había hecho probar, algo se había apartado de mi, tal vez mi autoestima, mi seguridad. Pero con ese sentimiento de ir contra una corriente con tal de no claudicar y comenzar un nuevo camino que opacara y diera tiempo, comencé a cambiar nuevamente y con el ímpetu de hacer que mis talleres funcionen, de improvisto comenzaron a aparecer en mi vida personas que me hacían espejo. Me costó años darme cuenta de cuál era el significado de ese espejo que veía en las personas, era mi misma sombra de Jung. Nunca me he considerado un profesor ni un maestro, creo que uno aprende cuando enseña, así los “alumnos” siempre son “maestros” y viceversa. He creído en acortar las distancias que idealizan a una persona que lidera un proyecto educativo, mis clases no eran para nada académicas, y siempre lo he dicho abiertamente. Una experiencia educativa sin institucionalidad de por medio permite a las personas tener una conexión más personal, emocional e intima como cuando uno recibe clases particulares. El primer concierto en el que tocaba el piano en un escenario normal e iluminado fue por esas épocas, siempre teniendo presente que el rumbo era el TBMX, paralelamente hacía presentaciones con el ensamble, fuimos a un programa de televisión una vez. En líneas generales, estaba conectado con mi yo artista pero desde otro punto de vista diferente al anterior, por momentos atento a que mis estudiantes estuvieran a gusto y desarrollándose, y por otro lado alejándome de mi seguridad. En ese vacío, estas personalidades que me hacían espejo, comenzaron a proyectar en mi interior una imagen que aceptaba de modo analítico, ¿Qué quería decirme el universo?. En ésta pausa comencé a reflexionar que no era que solo a mi me estaba sucediendo esto. Que contemplar tanto lo generado al liderar equipos, grupos, estaba aprendiendo a ser solido internamente. Y me dejé llevar hasta las profundidades de todo, para finalmente sacar en conclusión que, las cosas suceden sin ser arrastradas cuando vibramos en esa frecuencia. Que nada iba a suceder hasta que no fuera lo suficientemente capaz de llevar la producción, y sobre todo la comercialización del proyecto.  Presentamos el TBMX en la próxima noche en blanco, un evento que se realiza todos los años en donde propuestas artísticas se realizan gratuitamente. La aceptación de la organización siempre fue genial, y las funciones se completaron todas. También hicimos una temporada en un centro cultural, comenzó muy bien y fue decayendo la audiencia. Algo no tenía del todo sentido, se me escapaba, y no era capaz de darme cuenta que era.
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